Poemario universado
Con motivo de compartir sentimientos y emociones que tengo la imperiosa necesidad de mostrar, me he decidido a escribir un Blog. El fondo es una tableta de chocolate Lindt (que no es mi favorito, es el valor, pero sirvió para calmar mi ansia) que consideré bastante estética para la ocasión. Sé que mi visión artística de conjunto no tiene parangón, aún así aceptaré críticas (a mí me gusta el chocolate para cualquier propósito).
Dicho esto, queda recalcar que escribiré poemas que he ido elaborando a lo largo de mi estancia en la universidad (en la que sigo, por suerte o por desgracia). Estos poemas vienen impulsados por una necesidad que en la mayoría de las ocasiones suplo con mi piano, pero que por falta de fuerza de voluntad a altas horas de la noche no toco y, por supuesto, que a causa de mi apasionada devoción por la escritura me veo forzada a crear.
No queriendo resultar pesada a mis ansiosos lectores, quiero terminar contextualizando el primer poema que impulsó la obra. Septiembre, Madrid. Primer año de carrera en territorio desconocido, en soledad. Me percaté de las horas que había perdido estudiando algo que me había visto forzada a hacer de una manera basta. Había tenido un efecto devastador en mí y en mis mejores amigos. Y no logré estudiar lo que quería porque era imposible conseguirlo de manera inmediata, a pesar de tener nota de sobra para entrar las universidades públicas. Es triste el estudio artístico en España y es triste la falta de ayudas a estudiantes.
Muchas veces me planteo mi existencia como algo demasiado fortuito. De la misma manera, en ocasiones rompo en lágrimas al imaginarme las existencias de otros que no han tenido una aparición tan fortuita en su vida. Rompo en lágrimas porque no consigo realizar un proyecto de vida o porque ya teniendo dieciocho años no he tenido éxito, y luego sigo llorando cuando me doy cuenta de lo egoísta que es mi existencia porque lo único que encuentro sugestivo en mi cotidianidad es el propio yo. Sigo llorando porque no hallo humanidad en mí.
Es lo que me hace querer aullar de dolor, es ver que el mundo está deshumanizado. Me falta cariño. Me faltan conversaciones en la comida que no sean telefónicas. Estoy harta de WhatsApp y me causa ansiedad percatarme del tiempo que se me ha ido hablando con los que más quiero en esa cosa y no en la vida real. No puedo organizar ni mis sentimientos.
Tiempo
A veces se me va. No sé. Se estira.
No me doy cuenta cuando ocurre pero pasa.
Tú nunca me has dado nada.
Yo nunca te he dado nada.
Tú siempre me has dado todo.
No te encontré en ese campo,
demasiadas variables, poco tiempo.
Nunca sé si es el momento.
Me perfora el pecho.
Me quema por dentro.
Me hace infeliz saberlo.
Es insoportable el tiempo.
Es insufrible el movimiento
de las manecillas en febrero.
No pude verlo y no puedo
ni decirlo.